Nuevamente meten las manos en nuestros bolsillos bajo la justificación de que el sistema de transporte público de Santiago se queda corto, que no le alcanza, y así un equipo de expertos decide que el pueblo pobre, del cual somos parte, está en condiciones de asumir el alza para seguir financiando un sistema de transporte que aún deja de ser lo prometido y en el cual, todos nosotros y nosotras, aportamos a través de un subsidio millonario que el Estado, financia y mantiene a flote año a año, en vez de que con esos recursos mejorar servicios que son “públicos”, como consultorios y hospitales y así el beneficio sea para la clase trabajadora.
Inmoral que el ministro de economía, Juan Andrés Fontaine nos llame a levantarnos más temprano para ahorrarnos unos pesos, una burla en nuestra cara. Le faltó pedirnos que nos quedemos haciendo hora para aprovechar la tarifa valle de la tarde, total que les importa que le quitemos horas a nuestra casa y familia, o al tiempo que deberíamos utilizar en recrearnos, descansar y por cierto en organizarnos y luchar. El llamado también debió haber sido hacia quienes pagan nuestros sueldos, para que estos los aumenten proporcional a las alzas, el llamado debería ser a que todas y todos los trabajadores contáramos con el pago de locomoción a la pega y luego a la casa, como lo venimos planteando en nuestra plataforma de lucha.
¿Cuántas de las 45 horas que trabajamos a la semana se trabajan sólo para financiar esos traslados? El metro de Santiago es como las Isapres, como las AFP, y tantas más, intocable, y viajamos hacinados, incómodos, retorcidos compartiendo al máximo el espacio. La tarifa sube, el servicio no mejora y metro continúa haciendo oídos sordos para la instalación de baños, para trayectos que son cada vez más largos.
Estamos cansados de ser quienes debemos financiar el transporte, que de público no tiene nada. Saludamos la acción de protesta efectiva de las y los estudiantes que han llamado a la evasión, y que se ha replicado en distintas estaciones de metro durante dos jornadas consecutivas.
¿Dónde está la capacidad de respuesta de la gente común frente al abuso del sistema político, empresarial y religioso? Paralizado frente al individualismo, el sobre endeudamiento y el miedo a que nuestra vida se desordene, a perder la pega y no tener con que pagar el gasto de la tarjeta de crédito.
Llamamos a las y los trabajadores a rebelarse contra las alzas, a rebelarse contra este sistema injusto. Interpelamos al ministro a que llame a los dueños de la riqueza a subirnos el sueldo, para que el costo de las alzas las paguen los que acaparan el dinero.
Por último, repudiamos las medidas represivas del gobierno que ha instalado a fuerzas especiales de carabineros al interior del metro, reprimiendo y golpeando a nuestra clase que se levanta contra el abuso.
¡Basta de criminalizar la justa lucha por nuestros derechos! ¡Que las alzas la paguen los ricos!